Se cumple un siglo de historia del periódico Solidaridad Obrera, popularmente conocido con el diminutivo de Soli, el medio de comunicación masivo más importante hasta la Guerra Civil, que marcó hitos en la historia del periodismo mundial. Desde su fundación en 1907, no ha dejado de estar siempre en el candelero de la información.
Algunos de sus directores y miembros de la redacción sufrieron prisión y torturas, y no por ello dejó de faltar a la cita con los trabajadores. Su influencia fue de tal calibre que en los años 30 para anunciar, por ejemplo, una huelga general, única y exclusivamente se insertaba el anuncio en la Soli, sin pegar un solo cartel en la calle, lo que da idea del tiraje y lectura de la misma por parte de los trabajadores.
El concepto periodístico de aquella época poco tiene que ver con el de los últimos veinticinco años; por entonces al director y algunos redactores se les exigía -por parte de la Confederación Nacional del Trabajo, de la que Soli es portavoz- dedicación exclusiva y remunerada en algunos casos. De hecho la misma CNT catalana instauraría la figura del “periodista confederal”; este concepto acuñado durante muchos años sirvió tanto para los llamados “directores obreros” como para los que acreditaban un título periodístico. Fueron directores de Soli en los años 20 y 30, entre otros: Ángel Pestaña, Hermós Plaja, Joan Peiró, Eusebi Carbó, Sebastià Clara, Felipe Alaiz, Liberto Callejas, Manuel Villar, Jacinto Toryho y Josep Viadiu.
Las diferentes corrientes dentro de la CNT y el enfrentamiento entre sindicalistas y anarquistas también tuvieron su reflejo en la Soli, que fue pantalla de unos y otros como quedó demostrado con el caso del trentismo. Algo bien diferente a esta última etapa, donde la política de no convertir el diario en un boletín interno, ha marginado un debate y posterior reflexión sobre la propia marcha de la CNT y del movimiento libertario en general. Las diferentes divisiones ideológicas o tácticas que se han producido en estos veinticinco años, salvo excepciones, apenas si tienen reflejo en las páginas de la Soli.
Poca o casi ninguna atención le han dedicado los historiadores e investigadores a la historia de la Soli en toda su existencia, salvo el excelente trabajo de Susanna Tavera, “Solidaridad Obrera: el fer-se i desfer-se d’un diari anarco-sindicalista, 1915-1939” o trabajos puntuales como el de Paco Madrid y Ferran Aisa en el folleto que editó el Ateneu Enciclopèdic Popular con ocasión del 80º aniversario de su fundación en 1987.
Poca atención, para tanta historia del periodismo combativo en España.
Algunos de sus directores y miembros de la redacción sufrieron prisión y torturas, y no por ello dejó de faltar a la cita con los trabajadores. Su influencia fue de tal calibre que en los años 30 para anunciar, por ejemplo, una huelga general, única y exclusivamente se insertaba el anuncio en la Soli, sin pegar un solo cartel en la calle, lo que da idea del tiraje y lectura de la misma por parte de los trabajadores.
El concepto periodístico de aquella época poco tiene que ver con el de los últimos veinticinco años; por entonces al director y algunos redactores se les exigía -por parte de la Confederación Nacional del Trabajo, de la que Soli es portavoz- dedicación exclusiva y remunerada en algunos casos. De hecho la misma CNT catalana instauraría la figura del “periodista confederal”; este concepto acuñado durante muchos años sirvió tanto para los llamados “directores obreros” como para los que acreditaban un título periodístico. Fueron directores de Soli en los años 20 y 30, entre otros: Ángel Pestaña, Hermós Plaja, Joan Peiró, Eusebi Carbó, Sebastià Clara, Felipe Alaiz, Liberto Callejas, Manuel Villar, Jacinto Toryho y Josep Viadiu.
Las diferentes corrientes dentro de la CNT y el enfrentamiento entre sindicalistas y anarquistas también tuvieron su reflejo en la Soli, que fue pantalla de unos y otros como quedó demostrado con el caso del trentismo. Algo bien diferente a esta última etapa, donde la política de no convertir el diario en un boletín interno, ha marginado un debate y posterior reflexión sobre la propia marcha de la CNT y del movimiento libertario en general. Las diferentes divisiones ideológicas o tácticas que se han producido en estos veinticinco años, salvo excepciones, apenas si tienen reflejo en las páginas de la Soli.
Poca o casi ninguna atención le han dedicado los historiadores e investigadores a la historia de la Soli en toda su existencia, salvo el excelente trabajo de Susanna Tavera, “Solidaridad Obrera: el fer-se i desfer-se d’un diari anarco-sindicalista, 1915-1939” o trabajos puntuales como el de Paco Madrid y Ferran Aisa en el folleto que editó el Ateneu Enciclopèdic Popular con ocasión del 80º aniversario de su fundación en 1987.
Poca atención, para tanta historia del periodismo combativo en España.
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