sábado, 29 de septiembre de 2007

Primer centenario de la muerte de Fermin Salcochea, un desconocido para much@s


JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ MOLINA/HISTORIADOR

Con sordina y gracias a las iniciativas de la Asociación de Amigos de Fermín Salvochea, por un lado, y del Sindicato de Oficios Varios de la CNT de Cádiz, de otro, se está recordando estos días la personalidad, obra e ideas de Fermín Salvochea aprovechando que se cumplen cien años de su muerte. Aunque para ser justos hay que reseñar que quienes comenzaron fueron en abril las jornadas organizadas por el IES Francisco Pacheco de Sanlúcar de Barrameda. Después, el sábado pasado, aparecieron las pancartas que desplegaron los hinchas de la Columna Salvochea que más que un recuerdo eran toda una declaración de principios.

Salvochea es un personaje incómodo, hasta inclasificable. Tanto más cuanto el desconocimiento existente sobre él haría sonrojar a una sociedad que tuviera, en su conjunto, un nivel cultural, social y político, superior al que tiene hoy día la española en general y gaditana en particular. No es una valoración, sino una constatación cuya responsabilidad no puede ser compartida al mismo nivel por el ciudadano, los universitarios o la clase política local. Todos seguimos tirando de los mismos trabajos, en especial de la obra de Fernando Puelles, y de las mismas fuentes mientras que siguen esperando no ya una investigación profunda sobre su vida y obra, sino siquiera que se edite en español el trabajo colectivo que, hace justo veinte años, editó la Universidad de Vincennes con el título de Un anarchiste entre la légende et l'histoire. Fermin Salvochea.

Su vida pública transcurrió en unos años especialmente agitados de la historia contemporánea española. Los que van desde la caída de Isabel II hasta el comienzo del siglo XX, en vísperas del nacimiento del sindicalismo moderno con la creación de la CNT. Las décadas durante las que fracasó la configuración moderna del Estado español con la caída de la I República y se consolidó una monarquía reaccionaria que no resolvió los numerosos problemas existentes. Como la propia configuración territorial del Estado y la consideración de la cuestión social como algo más que un problema de orden público. En ambos casos tuvo un protagonismo especial Salvochea. En el primero como destacado participante de los sucesos cantonales del verano de 1873. En el segundo como referente del asociacionismo obrero en su lucha por su propia existencia e introductor de la convocatoria del 1º de mayo y la reivindicación de las ocho horas.

Hoy, la mayoría de los temas centrales de su pensamiento y acción siguen estando vigentes. Cuestiones como el internacionalismo, la religión, el antimilitarismo, las reivindicaciones laborales, las relaciones personales ¿quién puede dudar de su vigencia en unos momentos en los que la desigualdad, la represión y la expoliación avanzan en sentido geométrico a la vez que apenas se mantiene la capacidad defensiva de los explotados? Salvochea se negó a escribir sus memorias. Más aún, desanimó a quien se lo propuso porque estaba convencido de que la sociedad capitalista no podía permitir siquiera el recuerdo de la existencia de miles de salvocheas Su discípulo Pedro Vallina que lo intentó, perdió todo el material que había recopilado en 1939, tras la victoria de los golpistas de julio de 1936. Después vino el silencio de los cementerios durante la dictadura, al que sucedió el olvido y la discreción durante las décadas de democracia.

Salvochea transitó del republicanismo federal, al anarquismo. De político a militante obrero que, desengañado, terminó afirmando que nada se podía esperar de la política. Uno más de los muchos que tras pasar por las filas del Internacionalismo obrero terminaron en las del anarquismo. Una militancia que apenas se nombra. Como tampoco se dice que su irreligiosidad fue radical, no sólo librepensadora. Mi religión es practicar el bien escribió. Que frente a las patrias de campanario, al patrioterismo tan al uso, nos recuerda, con su internacionalismo, que el mundo es la patria de los hombres. Que su antimilitarismo no es sólo la oposición a la contribución obligatoria de sangre, sino a la existencia de cualquier tipo de ejército. En definitiva que es el hombre, en toda su complejidad, quien protagonizará el cambio social. Por eso pudo escribir que si se mirasen al microscopio las joyas que lucía la burguesía se verían que, en ellas, estaban los glóbulos rojos que faltaban de la sangre de los trabajadores.

Para Salvochea el capitalismo no es muy diferente de una sociedad caníbal. Sólo es más refinada e hipócrita: el capitalista devora al trabajador como el caníbal a su semejante. Como seguidor e introductor de los planteamientos de Pedro Kropotkin, se consideró anarcocomunista. Es decir que, frente al colectivismo de Bakunin defendió la socialización tanto de los medios de producción como de los productos. También consideró que la acción debía trascender al individuo. Así, su vida fue una apología de la ejemplaridad del hecho. La ética del revolucionario era tan o más importante que la definición del modelo de sociedad que pretende crear.

Actividades que le hicieron peligroso: Salvochea era un elemento sincrético que preocupó a las autoridades hasta el punto de considerar necesario hacerle callar. Padeció cinco procesos y una nueva condena a doce años de prisión. Nada, sin embargo, pudo romper la figura de quien, todavía vivo, había comenzado a ser un mito. Si 5.000 gaditanos acudieron a recibirle en abril de 1899 tras ser amnistiado, más de 50.000 asistieron a su entierro. Comenzó entonces la lucha por apropiarse de su figura. Los republicanos fueron los primeros interesados en hacer de Salvochea un ídolo. El escritor Vicente Blasco Ibáñez estuvo entre los que más hicieron por forjar la imagen de Salvochea «apóstol», de «un santo laico». Una visión que servía a los planes del republicanismo de desplazar al anarquismo del mundo obrero. Frente a este retrato apareció el ácrata. Vallina lo mostró como un «héroe moderno» que luchaba por la causa del pueblo, denunciaba la perversidad de la propiedad, el simulacro de la justicia burguesa, las virtudes del comunismo igualitario y la necesidad de la igualdad económica para establecer la fraternidad entre los hombres. Fue un Quijote de carne y hueso.

Después también llegó la banalización de su figura que no ha parado hasta hoy dejando en segundo lugar, considerándolos fracasados y obsoletos, los ideales que defendió. Hay quien hace hincapié en su federalismo. Otros en su labor en la alcaldía. A algunos lo que les interesa es destacar su figura de hombre bueno, en abstracto, que nunca descargó sus responsabilidades en otros y acompañaba a su madre a la puerta de la iglesia. Hasta hay quienes aspiran a convertirlo en un santón milagrero que, en Cádiz no podía ser de otra manera, da vivienda y trabajo.

Pero Salvochea es mucho más que todo eso. Fue un ácrata que pensaba que la utopía era posible y que sabía que los enemigos de cualquier avance social, los de entonces y los que vinieran después de su muerte, no dejarían de atacarle y llamarle iluso. El revolucionario Salvochea, su influencia moral, le hace merecer de algo más que dar nombre a una calle o a una biblioteca. Al menos que en su ciudad se le conozca más de lo que lo es hoy. No quiero perder la esperanza de que estos actos no sean flor de un día sino semillas germinadoras de un extenso vergel

martes, 25 de septiembre de 2007

Primer centenario de la muerte de Fermin Salvochea


El proximo jueves 27 de septiembre se cumple el primer centenario de la muerte del anarquista gaditano Fermin Salvochea y Alvarez.
Para este mismo día, el SOV de Cádiz presentará la biografía de Fermin Salvochea (II Edición) de Pedro Vallina (1957), en la Asociación de la Prensa de Cádiz ( C/Ancha) a las 19 h.
La presentación correra a cargo del historiador José Luis Gutierrez Molina, escritor del prologo de esta nueva edición.
En el mismo acto se podrá adquirir el libro (15 €), que a su vez ya se encuentra disponible en muchas librerias gaditanas.
Así mismo informamos que proximamente se editará una pelicula-documental sobre la vida del anarquista gaditano.
"NO SE PUEDE ESPERAR NADA DE LA POLITICA" Fermin Salvochea (1842-1907)

martes, 11 de septiembre de 2007

Ha fallecido José Palacios Rojas, “Piruli”: breves notas para el recuerdo.


José había nacido en 1914 en el pueblo de Coria del Río. Trabajador del campo desde niño, a los 9 años ya estaba afiliado al Sindicato de la CNT e integraba las Juventudes Libertarias. Participó activamente junto a sus compañeros en la vida sindical y cultural de la CNT de la localidad, que llegó a agrupar a la práctica totalidad de los trabajadores corianos durante la II República. Tras el golpe de Estado militar y la ocupación del pueblo por las escuadras fascistas, con la consiguiente masacre de trabajadores desarmados, José consigue huir y se integra en las unidades milicianas. Lucha en el frente de Madrid hasta la derrota, llegando en la retirada hasta el Puerto de Alicante, donde es capturado. La llevan al campo de concentración de Albatera, donde sufrirá como tantos otros el hambre, penuria y enfermedades a que someten los fascistas a los vencidos. Tras varios años de prisión, se suma a la lucha clandestina contra el franquismo y tras la muerte del dictador participa en el relanzamiento de la CNT en Sevilla, a la que ha pertenecido hasta su muerte, siendo un ejemplo de modestia, dignidad y entrega para todos los compañeros.

Desde la Federación Local de Sindicatos de la CNT de Sevilla queremos expresar nuestro agradecimiento a José y a todos los hombres y mujeres que nos han precedido en la lucha por una sociedad más digna y humana, sin clases y sin Estado, en socialismo y libertad. Por mostrarnos con su ejemplo consecuente que es posible vivir sin amos, con justicia y fraternidad. Para todos/as ellos/as y especialmente, en el día de hoy, para el compañero “Piruli”, nuestro recuerdo emocionado y nuestro compromiso de seguir adelante.

Valero Chiné Bagué, anarcosindicalista: breves notas para el recuerdo.


Valero Chiné Bagué, nació en Fraga -al sureste de la provincia de Huesca- el 1 de noviembre de 1918, militante de la Confederación Nacional del Trabajo desde muy joven, casi un niño, murió el pasado 12 de julio de este año 2007.

El año 1976 Valero junto con otros compañeros que resistieron a la guerra civil y al doloroso “exilio interior” provocado por la dictadura franquista, decidieron que era el momento de devolver a la luz pública la organización por la que tanto habían luchado. La nueva realidad, provocada por la muerte del dictador, estaba de su parte y a los pocos meses, su esfuerzo fue recompensado. En el “77” el nombre de Valero Chiné fue uno de los que sirvieron para dar legalidad jurídica a la CNT de Fraga.

Atrás quedaban los oscuros años del franquismo, la lucha clandestina, la represión, la guerra y la revolución. Permanecían, también, los imborrables recuerdos y los acontecimientos vividos en su juventud; su paso por la escuela de J. Alberola (en 1933 asiste por primera vez a clases nocturnas que el maestro racionalista imparte en los locales de la Sociedad Cultural Aurora, “ateneo libertario” y filial de la CNT de Fraga). Fueron los años que, sin duda, forjarían su compromiso militante; se asoció al “Ateneo”, más tarde a la CNT y colaboró activamente en la “creación” y organización de las Juventudes Libertarias.

Cuando estalla la guerra civil -como consecuencia del golpe de estado del 18 de julio- se alista a la Columna Durruti, Participa en varias zonas del “Frente de Aragón”, y forma parte de una de las Centurias de la Columna que se desplaza hasta Madrid para apoyar su defensa. Fue protagonista en los duros combates contra las tropas franquistas en la zona del Hospital Clínico y Zona Universitaria y, como otros tantos compañeros de Fraga, recibió la dura noticia en plena batalla, de la muerte de Durruti.

Cuando el gobierno de la República impone la militarización de las milicias, no estando de acuerdo con esta medida abandona voluntariamente la Columna Durruti.

A su regreso, Fraga se encuentra en pleno proceso colectivista, en ese momento es nombrado delegado en la Cooperativa de Consumo de la Colectividad, responsabilidad que ejercerá hasta su regreso al frente. Será testigo de algunos de los fatídicos acontecimientos, protagonizados por la 27ª División, la antigua Columna Carlos Marx; además del acoso que esta ejercía contra los colectivistas, hechos que de alguna manera, ya pronosticaba el trágico futuro que les esperaba.
Con la movilización militar y llamada a quintas, de nuevo, tiene que incorporarse a filas; pero esta vez, de manera forzosa. Sin embargo, unos días antes de que eso ocurriera y con la preocupación de ser reclutado en una unidad militar con un color político “non grato”, decide alistarse voluntariamente a la 127 Brigada Mixta de la 28ª División, la antigua Columna Roja y Negra que tenía las oficinas de su Estado Mayor muy cerca de Fraga, en Albalate de Cinca. División con la que luchará en varios frentes hasta el final de la guerra.
El fin de la contienda le sorprende en Madrid y Valero será uno de los muchos combatientes de la zona republicana que se desplace (como pueda) hasta Valencia para después esperar en el trágico puerto de Alicante la llegada de un barco internacional que le conduzca hacia un exilio forzoso pero, que al menos, pueda salvarle la vida. No fue así los barcos soñados no llegaron y Valero cae prisionero. Empieza un periplo que durará años, pasando por campos de concentración y cárcel, primero en Albatera, Porta Coeli, Miranda de Ebro y finalmente en Rentería. Al regresar a Fraga vuelve a ser condenado a siete meses de trabajos forzados; esta vez, es denunciado por “Desafecto al Movimiento Nacional”, es trasladado a Zaragoza y conducido al campo de aviación Las Bardenas.

A finales de 1940, cuando por fin parece encontrarse “libre”, empieza a trabajar en las minas de carbón como medida provisional para eludir el servicio militar; oficio que, sin embargo, ejercerá durante veintiséis años, en la cuenca minera de la Granja d´Escarp y Mequinenza, (pueblos de la provincia de Lleida y Zaragoza pero muy cercanos a Fraga) En 1946 es detenido por la policía y guardia civil junto a otros muchos mineros por la reorganización de la CNT clandestina. Doscientos cincuenta compañeros de la provincia de Lleida y de algunos pueblos cercanos de la parte aragonesa, -como Mequinenza, Fraga, o Torrente de Cinca- serán procesados y encarcelados. Valero permanecerá casi un año en la cárcel de Lleida y once años de libertad condicional y vigilada. A todo esto, hay que añadir la humillación pública, por parte de las autoridades locales, los malos tratos y la tortura durante la detención. Y por si fuera poco, a la tragedia familiar hay que sumarle que hacía tan solo seis meses de su unión en matrimonio con su compañera Conchita.

Los años siguientes y hasta la muerte del dictador, su abnegada militancia no decayó y su compromiso fue firme a pesar del hostigamiento que la dictadura ejercía. Siguió haciendo sindicalismo dentro de sus posibilidades, ayudando y tendiendo siempre la mano a los mas desfavorecidos, “ganándose” por ello el reconocimiento de sus compañeros de trabajo; pero, además, y, paradójicamente, el respeto de muchos patronos y de sus adversarios políticos.

A pesar de su azarosa vida su entusiasmo no menguo y su forma de entender la vida, se basaba claramente en continuar trabajando en favor de unos ideales, -que para algunos ya parecían caducos delante de los nuevos acontecimientos políticos, que con la muerte del dictador se avecinaban-. Pero para él continuaban teniendo la misma validez de siempre.
En estos últimos treinta años Valero supo conjugar muy bien su militancia con su edad, pues a pesar de la diferencia generacional, nunca tuvo un mal gesto ni un desagravio; todo lo contrario, ayudó a la formación de la militancia más joven y siempre desde el respeto; sin imposición ni coacción. Animó y apoyo todas las iniciativas, con sus ideas y propuestas, sin olvidarse de su cuota sindical; en esta última etapa colaboró en la formación de la asociación Centro de Estudios Libertarios José Alberola. El conocimiento, en muchos casos por ser protagonista directo, de la historia social y libertaria tanto de Fraga como de la comarca, lo llevó a participar en varios documentales históricos; “Ni peones Ni patrones” de S. Kontrasfilm de Ámsterdam, o “Vivir La Utopía” de la cadena Arte, además de colaborar aportando datos y documentos a investigadores de historia y artículos de prensa.

Somos conscientes que dejamos muchas anécdotas y buena parte de la historia de tan intensa vida, quizá la abordemos en otro momento. Con este comunicado solo pretendemos hacerle nuestro particular homenaje para compartirlo con su familia y amigos y hacerlo extensivo a toda la Confederación y el Movimiento Libertario.

No dudamos en decir que la ausencia de Valero deja un inmenso vacío en la organización, pero el recuerdo de su profunda humanidad y sus firmes convicciones serán el aliento necesario para continuar hacia delante.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

CAE EL ULTIMO DE LOS JUBILES


El pasado sábado 1 de septiembre libró su último combate el compañero José Moreno Salazar, último superviviente del grupo guerrillero de Los Jubiles.
José Moreno nació en Bujalance (Córdoba) en 1922, en una familia jornalera, por lo que la guerra lo alcanzó siendo un niño. Afiliado a la CNT desde muy joven, empezó siendo enlace del grupo “Los Jubiles”, llevando y trayendo información y víveres entre el monte y el pueblo. Bujalance era una localidad de una gran influencia libertaria, encabezada por los Hermanos Rodriguez Muñoz,“Jubiles”, que al finalizar la guerra formaron un grupo guerrillero que logró resistir hasta 1944. Testigo de la durísima represión fascista en el pueblo, que sufre directamente su familia y él mismo, se unió finalmente al grupo en 1941. Así se inició su vida como guerrillero, contada por el mismo en su libro “El guerrillero que no pudo bailar”, publicado hace tan solo unos años.
Tras varios años de resistencia y lucha en Sierra Morena, el grupo es victima de una traición y cae en un cortijo de Montoro. Todos los miembros del grupo son asesinados, excepto José que salva la vida al derrumbarse sobre él parte del techo del cortijo en el que se cobijaban. Es llevado a la cárcel de Montoro y luego a la de Córdoba, volviendo a caer sobre él la tortura y la represión. En un arranque de audacia, consigue escapar de la prisión y huye a Manzanares. De ahí a Valencia, luego a Madrid. Para intentar ocultar el mito de que el último de los Jubiles estaba vivo y había escapado, la Guardia Civil mata a un pobre hombre y publica en la prensa con grandes titulares que ha terminado con José Moreno. Pero José consigue documentación falsa y comienza una nueva vida con el nombre de Antonio Pérez. Finalmente se instaló en Osa de la Vega (Cuenca), dedicado a los seguros de defunción, lo que no deja de tener gracia para ser alguien que ya estaba muerto “oficialmente”. No recuperó la posibilidad de usar su nombre verdadero hasta 1982.
José Moreno vivió muchos años bajo otra identidad y ocultando su procedencia y sus ideas. Su historia permaneció oculta pero no olvidada. Su memoria prodigiosa y su ánimo tenaz le permitieron, muchos años después, describir la travesía de su lucha y la de sus compañeros de una forma meticulosa y exhaustiva. No olvidó tampoco sus ideas libertarias y desde que recuperó su identidad no cesó en el empeño de que se reconociera y recordara a sus compañeros. José promovió con su tesón los actos celebrados hace dos años en Bujalance y Montoro que culminaron con la construcción de un monolito en el lugar donde murieron. José volvió a ver su pueblo después de más de 40 años.
La versión de José acerca del final de “Los Jubiles” no era compartida por algunos familiares de éstos, que dudaban que él hubiera estado presente. Pero el tiempo ha querido que el expediente instruido por el ejército franquista y la Guardia Civil al grupo guerrillero haya sido encontrado en el Archivo Militar de Sevilla, dando la razón plenamente a las palabras del compañero José.
Aquejado por graves dolencias del corazón desde hacía varios años, no dudó jamás en asistir a actos, conferencias, allí donde se congregaran guerrilleros para seguir manteniendo viva su historia. La muerte de su compañera el año pasado agravó sus dolencias hasta que el sábado ya no pudo más.
Ha muerto el último de Los Jubiles. De él nos queda un ejemplo de lucha constante que nos demuestra que ésta es posible siempre, aun en las condiciones más adversas, sin perder la humanidad que caracteriza a los auténticos anarquistas. Que la tierra te sea leve, compañero

lunes, 3 de septiembre de 2007

Ha muerto José Moreno, luchador anarquista

Ha fallecido en Alcázar de san Juan el día 1 de septiembre José Moreno, último guerrillero libertario andaluz. Nació en Bujalance, provincia de Córdoba de familia de jornaleros, conoció la guerra con sólo catorce años. El frente estuvo mucho tiempo establecido cerca del pueblo y cuando al final entraron las tropas franquistas hubieron de huir muchos vecinos para evitar detenciones, torturas y fusilamientos. Preso por primera vez en diferentes presidios, consiguió evadirse, vio torturar a su madre y a numerosos amigos a manos de la guardia civil y la Falange.
Se unió a la guerrilla de los hermanos Rodríguez que habían luchado en el Ejército Popular de la República y con ellos y muchos otros compañeros anarquistas pasó años de lucha en las sierras de Andalucía y La Mancha. Perseguidos hasta el exterminio y traicionados por chivatos que se hacían pasar por guerrilleros y trabajaban para las fuerzas de la represión, fue cogido preso tras un ataque en el que murieron todos los demás resistentes de esa guerrilla. Él quedó sepultado bajo los escombros de la casa en la que se refugiaban y que fue literalmente arrasada por los atacantes. Detenido pasó una larga temporada en la cárcel hasta conseguir evadirse por segunda vez. Desde entonces comenzó para él una larga época de clandestinidad, huidas, y enormes dificultades. Consiguió hacerse con documentación falsa y hubo de trabajar en todo tipo de labores en diferentes provincias, siempre lejos de su tierra natal. Afortunadamente la Guardia Civil creía que había sido muerto en un tiroteo con sus agentes y hasta llegó a publicarse la noticia de su fallecimiento en la prensa cordobesa. De esta forma pudo sobrevivir en el interior hasta la muerte del dictador y la llegada de la actual democracia. No pudo darle su apellido real a sus hijas que aún hoy han de mantener el apellido ficticio que con su falsa documentación utilizó durante años José.
José Moreno escribió unas interesantísimas memorias, de enorme dureza y realismo, relato simple y puro de los graves hechos que le tocaron vivir. Por desgracia el miedo y la falta de visión de numerosos editores las mantienen aún inéditas. Nunca olvidó su ideal anarquista, dedicó sus últimos años a dar a conocer a las generaciones más jóvenes desde la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE) de la que era miembro junto a los demás guerrilleros supervivientes, y desde la CNT la tragedia del franquismo, y a exigir la recuperación de la memoria de sus víctimas. Pudo regresar a su pueblo natal y ver inaugurarse un pequeño monumento en memoria de él mismo y los que con él lucharon contra la dictadura en los montes durante años de feroz resistencia guerrillera. En aquel emotivo acto tuvo además la satisfacción de estar respaldado por todos los demás guerrilleros antifranquistas aún vivos y especialmente por José Murillo, Comandante Ríos, último guerrillero comunista de la serranía de Córdoba que aún vive.
Su enorme ingenio, la agudeza de sus observaciones y la frescura y claridad de su habla con la que relataba las cosas más tremendas con especial ironía y humor, le convirtieron no sólo en un auténtico testimonio vivo de aquella época de resistencia y de los ideales anarquistas, sino en un magnífico conversador, un transmisor inteligente de la larga tradición libertaria andaluza y un hombre sencillo cargado de profunda humanidad.Secretaria general de Archivo de Guerra civil y Exilio